Capítulo único:
Una
carta muy especial
El
deslizar de la pluma sobre el pergamino era el único sonido que se escuchaba en
el pequeño, pero confortable despacho. El hombre que se hallaba en aquella habitación
mantenía el ceño fruncido y parecía estar muy concentrado en lo que escribía en
aquel papel.
Súbitamente,
detuvo la pluma y la dejó a un lado del escritorio. Emitió, entonces, un
pequeño suspiro el cual reflejaba el cansancio y alivio que sentía al terminar redactar lo que escribió
sobre aquel pliego; una carta.
Esa
carta era muy especial para él y diferente a
cualquiera que hubiese escrito antes, ya que jamás sería leída por
nadie. De eso estaba completamente seguro debido a que estaba dirigida a dos personas
que fallecieron hace mucho tiempo atrás y que nunca llegó a conocer. Sin
embargo, aunque nadie la leería, sentía que tenía que escribirla tarde o
temprano.
Luego, alzó el papel, se acomodó sus gafas y leyó lo
que había terminado de redactar segundos atrás.
Queridos padres:
¿Cómo comenzar a
escribir esto? Esa mísera, pero
complicada pregunta me ha estado dando vueltas en la cabeza las últimas cuatro noches desde que decidí
escribirles esta significativa carta. Y la verdad es que no sé cómo empezar
porque nunca los tuve conmigo, nunca pude recibir los consejos acertados de
unos padres comprensivos, nunca pude sentarme alrededor de una mesa y conversar con
ustedes, y nunca tuve unos padres que me cuidasen y mimasen.
Ya sé lo que están
pensando: ¿Y Sirius? A él nombramos como
tu tutor si algo malo nos pasaba.
Tienen razón,
Sirius estuvo conmigo y ocupó ese lugar por el pequeño lapso de dos años hasta
que murió a manos de su prima, Bellatrix Lestrange; por lo tanto y teniendo en
cuenta las circunstancias, él no estuvo en mi infancia la cual fue privada del
cariño de unos padres preocupados o un padrino compresivo y cariñoso.
Esto provocó,
naturalmente, que mis cosas se convirtieran en privadas y que sólo yo cargase
con ellas. Como se pueden dar cuenta, no soy la clase de persona que se abre fácilmente a la demás gente. Rara
vez les cuento con lujo de detalles a mis amigos o mi novia cómo me siento o qué me pasa. Por
eso no sé cómo expresarles lo que he guardado dentro de mí por tantos años, no
sé como comentarles mi vida sin que se exalten o se enojen; pero haré el
intento, ustedes se lo merecen aunque me ponga a sollozar después de contarles lo
que viví desde que ustedes se fueron:
Harry
Potter paró de leer. Aun no sabía si la forma en que comenzó a escribir la
carta era la correcta ni tampoco si sus sentimientos estaban bien formulados.
No obstante, no conocía otra manera de expresar lo que sentía, a pesar de que
esto nunca sería leído por nadie. Sin embargo, confiaba que estuvieran donde
estuviesen sus padres, ellos leerían esto de alguna manera u otra. Dio,
entonces, un pequeño suspiro, se encogió de hombros, se sacudió la cabeza y
siguió leyendo.
Mi vida nunca fue
normal ni siquiera en la infancia, ya
que con unos tíos como los Dursley, ¡quién la tendría! Definitivamente, yo no.
Nuevamente,
Harry detuvo su lectura y releyó en reiteradas ocasiones lo que había puesto de
los Dursley. Acto seguido, dejó la carta encima de la mesa, se paró y caminó hacia
donde tenía su pensadero.
Aquel
artefacto mantenía en él todas las vivencias de Harry desde la niñez.
Cualquiera que entrase en aquel despacho y se metiese al pensadero podría
fácilmente descubrir todo lo que vivió en aquella época. Pero él había sido lo suficiente astuto e
inteligente, poniendo hechizos protectores alrededor de ese artilugio para que
nadie, a excepción de que él lo permitiese, se enfrascara en recuerdos y
escenas que él y sólo él conocía. Además, no quería que nadie viese sus años en
Hogwarts ni mucho menos la búsqueda de
Horrocruxes para derrotar a Voldemort. Era mucho para dejar que alguien
chismoso, especialmente los periodistas, lo viera.
Suspiró
largamente, pasando una mano por el pensadero. Instantáneamente, los recuerdos
se arremolinaron instándolo a que se sumergiera en ellos: Podría perfectamente
haber entrado en aquellas memorias, sin embargo, lo dejó pasar debido a que no
quería revivir acontecimientos de sufrimiento que le harían sentir mal. Por ahora
solo debía leer esta carta para luego ir a dejarla en la tumba de sus padres.
Sacó, entonces, la mano del artilugio, volvió a su escritorio, tomó la carta y
siguió leyendo.
No saben cuánta
falta me hicieron en la niñez, cuánto anhelé que alguno de ustedes viniera a
buscarme y me llevase de vuelta a mi
hogar. No obstante, ese sencillo deseo nunca se cumplió porque los dos estaban
muertos, como siempre me recordaban tía Petunia y tío Vernon cuando preguntaba
por alguno de ustedes.
Fueron crueles al decirme que murieron a causa
de un accidente de coche, probablemente borrachos, ya que todas las noches antes de dormir, imaginaba aquel impacto y la
luz verde cegadora llegando directo a mis ojos; mientras que por mis mejillas
se deslizaban lágrimas traicioneras debido a que ese acontecimiento había
puesto fin a sus vidas, ¡qué lejos estuvo de la verdad!, ¡qué mentira más
macabra para lo que pasó en realidad!, ¡qué desalmados fueron al ocultarme mi
origen, el ser un mago! ¿No lo creen?
Harry
volvió a detener su lectura, mientras pensaba y recordaba todos aquellos
acontecimientos extraños que sucedieron a su alrededor cuando era pequeño y que
nadie era capaz de explicarle. Él no sabía la razón por la que su tía y su tío
le ocultaron que era mago, a pesar de que
cuando Hagrid lo vino a buscar, ellos dijeron que querían detener esa porquería
de ser mago. ..No, él no se fiaba de esa mediocre explicación, debía haber otro
motivo, porque tía Petunia, al ser hermana de Lily Potter, comprendía que tarde
o temprano le llegaría aquella carta de Hogwarts. Tenía que haber otro motivo
que jamás descubriría y que nunca
investigaría debido a que no venía al caso en estos momentos. A él le importaba
lo furiosos que se pondrían sus padres cuando leyesen esos párrafos.
Una
vez más, suspiró. No sacaba nada con divagar cosas como estas porque no
obtendría respuestas.
Jamás en tu vida als tendrás dijo,
entonces, la voz de su consciencia, provocando que gimiese.
Aún
así no podía seguir pensado cosas del pasado, debía seguir leyendo. Así que, nuevamente,
se sacudió la cabeza y volvió a leer.
Realmente, los
odié. Odié a mis tíos y a mi primo por
todo lo que me hicieron pasar en aquel entonces. No les quiero enumerar los
retos, humillaciones, regaños y castigos que recibí- tanto físicos como
psicológicos -porque sé que se pondrían furiosos. Además, no quiero recordar esa
etapa de mi vida, no viene al caso. Pero sí les puedo decir que aun no los perdono del todo, aunque hayan
pasado cerca de veinte años desde aquellos días.
Sé que sentir
rencor y odio no es bueno, pero me supera. Ellos me hicieron sufrir mucho,
marginándome y tratándome como una paria que no merecía pisar la tierra por ser
mago. Para ellos, creo, hubiese sido mejor que yo hubiera muerto con ustedes el
día que nos atacó Voldemort.
Con
las manos temblándole de rabia y de furia, Harry Potter detuvo su lectura. La impotencia
que sintió fue tan grande que, sin ser
consciente, unas cuantas lágrimas le corrieron por las mejillas.
Rápidamente, se las secó dado a que no quería parecer débil ni sentir tanto
odio. Él tenía que ser fuerte en esos momentos para, después, ir al cementerio
a visitar a sus padres; así que, decidió
seguir leyendo la carta.
Sin embargo, no lo
puedo asegurar. Es sólo una suposición que llevo pensando desde que tenía siete
años y que nunca comprobé. No porque sintiera temor, sino porque no importa, ya
fue. Además, en la actualidad me llevó mejor con mi tía y mi primo, y eso significa
más para mí que andar averiguando cosas del pasado. Y contra eso no hay nada
que puedan hacer.
No obstante, ya no
seguiré hablando de esas cosas, prefiero
dejarlo atrás y centrarme en mis amigos, los cuales que me han seguido en cada aventura que he tenido desde que me enteré que era un
mago y que iría a Hogwarts a completar mis estudios mágicos.
Pero antes de
hablar de ellos, quería comentarles algo: Cuando supe que no vería a los Dursley
por lo menos en nueve meses, me sentí dichoso y feliz. Mi sueño de que algún
día vendría alguien a buscarme para llevarme lo más lejos de aquella casa y que
me diría que era un niño especial, se había, en parte, cumplido…
Harry,
una vez más, paró de leer y comenzó a caminar de lado a lado con una pequeña
sonrisa en su rostro; mientras recordaba a Hagrid y el incidente de la cola de
Dudley. En un primer momento, se había aterrorizado porque pensó que su primo
quedaría así para siempre, ¡cuán equivocado estuvo!
Claro,
en aquel momento, él no sabía nada sobre magia y sí le hubiesen dicho que se
podía curar fácilmente, Harry hubiese reído durante varios minutos.
Ese
episodio jamás se le olvidaría y todavía aullaba de la risa cuando él y Dudley
se juntaban y hablaban de aquel suceso. Su primo, ahora, encontraba de lo más
chistoso el que haya tenido cola, aunque también lo había asustado en ese
instante.
Después
de pensar aquello, Harry suspiró, ladeó la cabeza, se volvió a sentar y siguió
leyendo.
¡Al fin no más Dursley!
Pero claro, algo tenía que pasar: me costó dar con el expreso nueve y tres
cuartos porque ni Hagrid ni tía Petunia tuvieron la decencia de decirme en donde
quedaba. Pero eso no importa, ya que por ese motivo fue que conocí a Ron y a su
familia.
Los Weasley son la
familia más humilde, cariñosa y divertida que pudiese haber en el mundo mágico.
Ellos me dieron el cariño y amor que se me negó cuando ustedes murieron.
Además, me
adoptaron como un miembro más de la familia, cosa que, aunque me desconcertó en
un principio debido a que los Dursley nunca me trataron así, con el tiempo me
llenó de dicha y alegría porque yo mismo me sentí parte de ellos.
Harry
detuvo su lectura otra vez, esbozando media sonrisa. Después de haberlo
adoptado como uno más de la familia, él había sido, en parte, el responsable de
la muerte de Fred Weasley y de que aún los
Weasley no se hubiesen recuperado del todo de esa pérdida tan importante.
Y
a él le dolía recordar la batalla, ya que se sentía vació y culpable cada vez
que le llegaban las imágenes de la guerra y todas las personas que murieron a
consecuencia de ello. No podía evitar sollozar o apretar los puños de
impotencia…Sí tan sólo las cosas hubiesen acontecido de otra forma, sí él
hubiese actuado más rápido, nada hubiera pasado. De eso estaba seguro.
Y
aunque la culpa jamás se le iría, por el menos había logrado construir un mundo
mejor sin la amenaza de Voldemort lo cual era importante en esos instantes,
nada más. Se sobó, entonces, la sien y volvió a leer.
No les negaré que la
señora Weasley y el señor Weasley fueron
un sustento para mí desde que los vi por
primera vez hasta ahora. Ellos suplieron, de algún modo u otro, su lugar. Ese lugar de padres cariñosos y comprensivos.
Por favor, no se
aflijan por lo que le estoy contando, pero es lo que siento desde el fondo de
mi corazón.
Aunque no sé porqué
pienso que ustedes se sienten dichosos, estén donde estén, por los cuidados que
me brindó aquella familia, ya que ellos, sin temor a equivocarme, fueron lo mejor
que me pudo pasar junto a sus hijos: Bill, Charlie, Percy, Fred, George, Ron y
Ginny.
Harry
sonrió al recordar a esa familia. Nunca olvidaría los momentos agradables que
le hicieron pasar, sobre todo las bromas de los gemelos, ni los cumpleaños que
le celebraron o los regalos y cuidados que le dieron. No lo negaba, adoraba a
esa familia y se sentía radiante que le
hayan aceptado tal cual era.
Sin
ser consciente, una lágrima le rodó por
la mejilla izquierda. Pero no de lástima, sino por la felicidad de haber
conocido a tan noble y humilde familia.
Se
secó, entonces, rápidamente la lágrima y volvió a leer.
Pero, sin dudas,
fue Ron el gran apoyo para mí. Un gran amigo. Él fue el primero en
acercarse a mí y en permitirme por primera vez en mi vida tener un amigo, un
mejor amigo. Y a pesar de que como toda amistad tuvimos nuestras diferencias y
peleas, él estuvo conmigo en los momentos cruciales para mí al igual que
Hermione, mi amiga de origen muggle.
Los tres vivimos tantas
cosas juntas que creo que jamás nadie nunca pasará. No entraré en detalles
porque sé que entrarían en pánico, pero sí pueden saber que todo lo hicimos fue
por el bien de la comunidad mágica, por darle la paz a este mundo. Es lo que
todos se merecían por tantos años de pérdidas humanas y de sufrir a causa de
eso.
Y no crean que
estuvimos solos, recibimos mucha ayuda, entre ellos de unos amigos muy
cercanos: Neville Longbottom, Luna Lovegood y Ginny Weasley, mi actual novia
y la mujer más maravillosa, cariñosa y
comprensiva que pudiese existir. Sé que ustedes aprobarían nuestro noviazgo.
Harry
detuvo su lectura, esbozando una sonrisa de oreja a oreja y pensando en todo lo que había vivido con su
novia, que en un principio la vio como una la hermana de su mejor amigo; pero
que con el paso de los años se convirtió en el gran amor de su vida.
Nunca se arrepentiría de elegirla a ella como
novia y futura esposa, la amaba con todo su corazón y jamás dejaría que se
fuese, como se vio obligado a hacer en su sexto y séptimo curso.
Sin
ser consciente, gimió. Todavía esa decisión le dolía y prefería no pensar nunca
más en ella. Así que, suspiró y siguió leyendo.
Pero a lo que iba,
ellos tres fueron unos aliados muy valientes para derrotar a Voldemort y pueden
estar seguros que, rápidamente, se
convirtieron en los segundos líderes en la batalla, después de nosotros tres.
Y sé que lo que hicimos fue arriesgado y
peligroso, pero también intuyó que ustedes están orgullosos de mí y lo que he
hecho, por más imprudente que haya sido.
Harry
suspiró y oró en silencio, recordando a cada uno de los fallecidos, entre
ellos; Sirius, Remus, Tonks, Fred, Albus Dumbledore, Colin, Cedric…Nunca,
aunque siguiesen pasando los años, se podría recuperar de esas pérdidas, a
pesar de que igualmente debía seguir con su vida, como lo estaba haciendo en
esos momentos. Y quizá esta carta era sólo el primer paso para continuar
viviendo.
Volvió
a suspirar, agarró con más fuerza la carta y continúo leyéndola.
Sirius y Remus, a
quiénes conocí en mi tercer año y que estuvieron conmigo de entre dos a cuatro
años, me lo aseguraron. Ellos estaban muy convencidos que ustedes estarían
orgullosos del gran hijo que tuvieron, siempre me lo recordaron mientras les
tuve a mi lado.
Y sepan que todavía
me siento responsable por las muertes de ellos dos, ya que fueron unos padres
para mí, unos hermanos, unos amigos que jamás olvidaré. Y lo siento aún más por
Remus y Tonks los cuales habían sido padres poco antes de morir.
Pero sé que ellos
están con ustedes junto a Colin, Fred y Albus disfrutando de una nueva vida, de
un nuevo porvenir sin preocupaciones. Y
también sé que desde el cielo ustedes me observan y me cuidan, no
pregunten cómo, solo lo siento en mi corazón por las veces que los vi en
Hogwarts a través de un espejo o como un simple fantasma.
Papá y mamá, los
amo y, a pesar de que nunca los conocí,
siempre los querré. Estoy orgulloso de ser su hijo.
Con amor;
Harry Potter.
Harry
terminó de leer, suspirando y esbozando una amplia sonrisa. La carta sonaba
bien y decente. Ahora si estaba preparado para ir a visitar a sus padres, así
que, dobló la carta en dos, la metió en un sobre y lo cerró cuidadosamente.
Luego, tomó la pluma y escribió;
De: Harry Potter.
Para: James y Lily
Potter.
“El último enemigo que debe ser
destruido es la Muerte”
Después de redactar aquello, volvió a dejar la
pluma de lado y, acto seguido, se levantó de la silla, agarró la carta y se la
echó en el bolsillo.
Posteriormente, emitió un pequeño suspiro y salió
del despacho caminando lentamente. Una vez que hubo bajado todos los peldaños
de la escalera, se dirigió al salón principal: Allí se encontraba su novia, Ginny
Weasley.
— ¿Nos vamos? — preguntó, al verlo entrar.
Harry asintió al tiempo que tomaba una capa de
viaje del perchero y se la ponía encima. Ella hizo lo mismo sin emitir
comentario alguno, cosa que él le agradeció con la mirada.
Harry sabía que le debía una explicación por
haberla dejado en aquel salón por más de dos horas, esperando a que el
regresase del despacho.
Él no le había dicho que iría a escribir una carta,
sólo le había asegurado que iría a visitar a sus padres y que debía a buscar
algo en el despacho antes de partir.
Ginny le había dicho que fuera con confianza y él había pasado más de dos horas
allá arriba.
Cualquier mujer hubiese regañado por la demora o
hubiese ido al despacho a ver qué pasaba, pero ella simplemente se había
quedado esperándolo sin siquiera decir
nada cuando él apareció. Realmente, Ginny era una mujer paciente y comprensiva.
Él era muy afortunado.
Sonrió al pensar aquello y le tomó la mano a su novia
para salir de la casa e ir al cementerio.
—¿Nos apareceremos o iremos caminando? — preguntó
Ginny, al poner un pie fuera de la casa.
—Iremos caminando, el cementerio no está lejos de
acá.
Ginny asintió y se dirigieron allá, pero caminando
lentamente.
—Después de ir a visitar a tus padres debemos
pasarnos por mi casa, mamá insiste en hacer esa cena familiar— dijo Ginny,
suspirando.
—Lo haremos, pero primero pasaremos por Teddy. La
señora Tonks me llamó en la mañana para que me quedase con él mientras ella
hacia unas diligencias.
—No hay problema.
Después de decir aquello, ella se quedó callada y
no agregó más. Harry volvió a sonreír, ya que estaba seguro que Ginny no
preguntaría las razones de porqué demoró tanto en el despacho. Ella tenía un
sexto sentido para esas cosas, de eso estaba seguro.
Harry, entonces, suspiró y siguió caminando, tomado
de la mano de su novia durante varios minutos hasta que, de pronto, la entrada
del cementerio llegó a su vista. Sin pensarlo, se detuvo y suspiró larga y
pesadamente. Esto sería muy duro para
él, siempre lo había sido desde que vino por primera vez a este lugar. No sabía
los motivos, pero ver sus tumbas lo ponía sensible.
Ginny, percatándose de los movimientos de
Harry, lo miró y, con sus manos, giró su
rostro hasta que quedaron frente a frente.
—Estaré contigo siempre. No te acomplejes.
Cuando Ginny terminó de pronunciar esas
palabras, Harry la besó tierna y
apasionadamente en los labios. Ella aceptó gustosa ese beso. Luego de un rato
de besarse con pasión y dulzura, se separaron y siguieron andando. Ginny sabía
escoger las palabras adecuadas para infundirle ánimos y Harry agradecía que
ella estuviese con él en esos momentos.
Caminaron, después de eso, por varias tumbas hasta
que al fin llegaron a la de James y Lily Potter: Ésta había cambiado un poco
desde que Harry estuvo aquí la primera vez, ya que él arregló las tumbas,
mandando a hacer un pequeño hueco en la lápida porque quería poner una
fotografía de ellos dos y una vela, todo, naturalmente, cerrado con un vidrio
trasparente. No obstante, las letras con los nombres de sus padres y la fecha
de nacimiento y de muerte seguían allí tal y como la recordaba:
James
Potter
Nacido
el 27 de Marzo de 1960
Fallecido
el 31 de Octubre de 1981
Lily
Potter
Nacida
el 30 de Enero de 1960
Fallecida
el 31 de Octubre de 1981
“El
último enemigo que debe ser destruido será la muerte”
De repente, se le hizo un nudo en la garganta y se
dejó caer al suelo de rodillas. Deseaba tanto haberlos tenido junto a él en su
infancia y haber sido un chico normal como todos, que sin querer, sollozó en
silencio durante varios minutos, mientras que Ginny se arrodillaba a su lado y
lo abrazaba fuertemente.
Él
se aferró a su novia con firmeza. Era la primera vez que lloraba en su
presencia, pero no le importaba, este tema siempre había sido sensible para él,
más cuando acababa de escribir aquella carta. Ginny no dijo nada, se limitó a
consolarlo lo más que pudo hasta que al fin, Harry dejó de sollozar.
Luego
de aquello, Harry se llevó una mano al
bolsillo y sacó la carta. Ginny lo miró intensamente antes de asentir, parecía
que sabía qué había escrito en aquel sobre. Harry, a cambio, le sonrió; después
abrió el vidrio, sacó la fotografía, puso la carta al fondo del hueco, volvió a
poner la foto y cerró el vidrio con sumo cuidado. Mientras tanto, Ginny hacia
aparecer un arreglo de flores que, posteriormente, dejó sobre la tumba.
—Papás—
dijo Harry, cuando el arreglo estuvo
encima de la lápida—, desde que vine a este cementerio por primera
vez supe que debía, en algún momento,
contarles todo lo que había vivido desde que ustedes murieron, pero hablarlo es
sumamente difícil para mí— sin querer Harry gimoteó. Ginny le tomó la mano y le
sonrió, instándole a seguir. Harry asintió y prosiguió —. De modo que decidí
escribirles esta carta, sabiendo que el papel y lo que hay escrito en él, jamás
sería leído por nadie. Sin embargo, de algún modo u otro, ustedes leerán esa
carta, no sé cómo; pero lo harán— Harry esbozó una media sonrisa—. Y estoy
seguro que Sirius, Remus, Tonks, Albus, Fred, Colin y Cedric estarán con
ustedes cuando decidan leerla. Llámenme loco si quieren, sin embargo, es lo que
pienso e intuyo. Además, presiento que algo ya le habrán hablado mi padrino y
tío, ¿no? Ellos no se podían haber quedado callados, más con ustedes dos allí,
insistiendo que les cuenten— Harry se detuvo y rió suavemente, secándose las
lágrimas que volvían a correrle por la mejilla—. De todos modos, sepan que lo
que leerán es ya el pasado y que ahora soy más feliz que nunca. Tengo buenos
amigos y una linda novia— Ginny se ruborizó y le besó la mejilla—, que me animan a seguir acá. Y jamás lo olviden:
nunca dejaré de quererlos.
Cuando
terminó de hablar, se aferró más a su novia. A él le había costado, primero,
escribir esa carta y, luego, decir esas palabras debido a que el tema era muy
delicado para él y agradecía que tuviese a alguien a su lado cuando venía a
visitarlos.
—Quiero
que sepan, señor y señora Potter— declaró Ginny, sacándolo de sus pensamientos—,
que sé que para Harry es un tema difícil hablar de ustedes, pero pueden estar
seguros que siempre estaré con él para ayudarlo
y reconfortarlo en todo lo que necesite, es una promesa de una
pelirroja, como diría Sirius. Además, lo amo demasiado para verlo sufrir por
ustedes, lo dejan en buenas manos.
Harry
le sonrió ampliamente, mientras ella se ponía colorada, cosa que hizo le reír
un poco. Luego, él se paró de un brinco. Ginny lo imitó.
—Nos
vemos, papá y mamá. Los vendré a visitar otro día con mis dos mejores amigos,
de eso pueden estar seguros. Ahora pasaré por Teddy, el hijo de Remus y Tonks
para llevarlo a la casa de los Weasley a pasar un rato divertido con nosotros—
Harry sonrió—. Por favor, díganle a ambos que Teddy es muy parecido a ellos y
un niño muy alegre, a pesar de no tener a sus padres con él. Y que estoy seguro
que también los extraña tanto como yo a ustedes. Díganselo de parte mía, los
amo y siempre los llevaré en mi corazón.
Dicho
eso y tomado de la mano de su novia, Harry Potter salió del cementerio y se
dirigió a la casa de su ahijado. Para él esta carta, aunque había sido difícil
de escribir, era la mejor que hubiese escrito nunca, porque le permitió expresar
todo lo que tenía aguardado dentro de él por muchos años y que solo ahora fue
capaz de sacar a la luz, a pesar de que nadie conocería nunca su contenido.
FIN
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